Este pastel salado sale muy rico y no es difícil de hacer, pues la base es una simple preparación de pan mezclada con mantequilla, como las tartas dulces a las que se les pone la base de mezcla de galletas y mantequilla.

Las hortalizas y los champiñones que les he puesto son para aprovechar lo que tenía en el frigorífico, al igual que el pan, que era de un par de días anteriores.

Se puede decir que es un plato de aprovechamiento, por lo que si os viene bien ponerle otras hortalizas, a vuestro gusto, que las admite.

Cómo se hace el Pastel de calabacín, hortalizas, york y queso:

Se trocea el pan y se muele fino en una picadora, robot o thermomix. Derretir la mantequilla y añadirla al pan, haciendo una pasta.

Pintamos la base y paredes de un molde desmontable de 20 cm. con mantequilla. Cubrimos la base del molde con la liga del pan y la repartimos ayudándonos con una espátula o una cuchara, para dejar la superficie algo apretada y lisa. Reservamos, mejor en el frigorífico, que coja consistencia.

Se pone el horno a 180º solo el gratinador.

Se corta a rodajas finas el calabacín lavado y sin pelar, la zanahoria y los champiñones.
Se corta a tiras el pimiento asado (ya pelado. Puede ser de conserva) y se coloca todo en una bandeja de horno rociado con aceite de oliva virgen extra y un poco de sal.

Lo metemos a gratinar y en unos 6 a 8 minutos los tendremos hechos. Sacamos la bandeja del horno.

En una batidora, o thermomix, batimos los huevos con el queso de untar y los dos ajos negros. (estos son opcionales, que a mi me gustan, pero si no tenéis, no le pongáis ajo fresco, que es muy diferente el gusto).

Yo le he puesto queso de untar ligero (desnatado), pero lo podéis poner entero.

Le ponemos una pizca de sal, unos golpes de pimientas de colores y un poco de nuez moscada y seguimos mezclando.

Sobre la base de pan ponemos esta mezcla.

Distribuimos por encima las hortalizas y champiñones gratinados y unos trozos finos de jamón de york, o de jamón de pavo. Sobre todo ello espolvoreamos el queso rallado.

Ponemos a precalentar el horno a 180º.

Lavamos el otro calabacín y lo cortamos a rodajas finas. Ponemos estas rodajas cubriendo toda la mezcla, una al lado de otra, inclinadas ligeramente, hasta completar toda la superficie, como en las fotos.

Se mete en el horno precalentado unos 30 o 40 minutos, con calor arriba y abajo, en la parte media. Hay que vigilar que la superficie esté dorada y no se queme. Si vemos que necesita más tiempo y esté bien dorado, se le pone un trozo de papel aluminio por encima.

El interior debe quedar jugoso, pero no crudo. Hay que pinchar con una aguja de punto o un pincho para comprobarlo.

Cuando finalice el tiempo, lo dejaremos dentro del horno con la puerta entre abierta, para que vaya perdiendo calor.
En cuanto esté tibio podemos desmoldarlo.

Como veis en las fotos, ha subido parte del pan de la base mezclado con el relleno, cosa que me ha gustado, pues ha salido estupendo.

Si os gusta con mucho queso, podéis espolvorear por encima del calabacín antes de hornearlo. Y cambiar el queso a vuestro gusto.

Yo le he dejado la base del molde para que no se rompa al servirlo. También podéis ponerle un círculo de papel de horno sobre la base del molde, antes de poner la masa, y así se puede sacar bien, pero igualmente corre el peligro de desmoronarse al pasarlo a un plato.

Se puede comer recién hecho y también frío.

Espero tus comentarios sobre la receta y te agradezco la visita.