ADIOS MAMÁ

Chary Serrano Chary Serrano 18 Aug, 2007

Con este escrito quiero hacerle un pequeño homenaje a mi madre.

Ella nos dejó el pasado 30 de julio. Siento la necesidad de hablar de ella, pues ha sido un pilar importante en mi vida.

Puede que algunos de los que leáis esto lo encontréis morboso, o crudo. Yo lo hago desde el corazón, desmitificando la muerte porque considero que es la etapa final de la vida. Allí todos llegaremos y debemos estar preparados. Para mí, -------------a pesar del adiós que le dedico, quiero decir un “hasta luego”, porque soy creyente y creo en que después de esto hay algo.

También lo hago desde el dolor de la pérdida y del agradecimiento a toda una vida de dedicación.

Nació mi madre hija única y huérfana, pues su padre murió cuando ella aún no había nacido. No se si echó de menos la figura paterna, porque mi abuela, su madre, era una persona emprendedora, luchadora, que la sacó adelante y muy bien.

Solo tuvo un novio: mi padre.
Se querían profundamente. Además, él adoraba a mi abuela, que aunque fuera su suegra era como una madre para él, ya que había perdido a la suya.

Estas fotos se las hicieron cuando llevaban tiempo de novios, por separado. Se las regalaron el uno al otro.

Se casaron y tuvieron 8 hijos, pero el destino quiso que mi padre muriera con 45 años. Fue un fatal accidente. Yo solo tenía 17 años y los más pequeños 5. Fue el mazazo más duro de nuestras vidas. Una época empañada por el dolor.

Yo creo que a partir de ahí comenzó el duro peregrinar por la vida de mi madre.

Le costó mucho criarnos sin padre. Mi abuela volvió a coger protagonismo en nuestras vidas ayudando en todo. Ya llevaba 5 años viviendo con nosotros, a raíz de nacer los mellizos, (niño y niña) los más pequeños.
Yo por esa época también tuve que dejar por un tiempo los estudios para ayudar en casa, que con 8 hijos y una casa grande mi madre no encontraba servicio.

Mi abuela siempre fue un gran apoyo para nosotros.
A los 80 años enfermó de alzheimer y entonces nos tocó cuidarla, devolviéndole solo un poco de todo lo que nos había dado. Mi madre siempre estuvo a su lado, día y noche.

Ella decía que se iba a morir con los mismos años que su madre, y tuvo razón, mi abuela también murió a poco de cumplir los 82.

Aunque los primeros años después de la muerte de mi padre fueron muy tristes y complicados, poco a poco se fue mitigando el dolor y los hijos nos fuimos haciendo mayores.

Mi madre era un ama de casa tradicional y su vida siempre ha girado en torno a su familia, jamás cedió a nuestros deseos de que saliera, se relacionara con gente de fuera del entorno, que fuera de viaje, etc. Solo salía con alguno de nosotros.

La mayoría de sus dolencias siempre fueron óseas, máxime cuando había tenido tantos hijos y trabajado tanto en la casa, que aunque siempre tuvo ayuda, éramos demasiados para sus frágiles huesos. Y precisamente por ser tantos, no faltaban los disgustos, ya se sabe, cada uno somos un mundo y sacamos nuestra rebeldía.
Esta foto que os pongo, fue en la comunión de unas sobrinas mías, en mayo de 2006. Fue la última vez que salió a un acontecimiento fuera de lo habitual. Iba muy elegante con ese traje que yo había elegido, desde la tela hasta la hechura.
La he aislado porque son en grupo.

En el móvil tengo otras fotos de ella, pero ya con peor cara y muy envejecida, pero esas me las guardo para mí. Era muy coqueta y no le habría gustado que nadie las viese.

Hace un año que comenzó su decadencia, entre disgustos familiares y una fuerte anemia que la tenia mes a mes sujeta a transfusiones.

En noviembre pasado le dio un infarto cerebral que le afectó al habla, de lo que nunca se recuperó, pues aunque la entendíamos, las palabras se confundían en su boca y eso la tenia muy desilusionada.

Estuvo ingresada casi 1 mes en el Hospital Provincial y allí intentaron averiguar la causa de la gran anemia que seguía padeciendo, por lo que tuvo que sufrir muchas y dolorosas pruebas sin resultado aparente.

Entonces yo empecé a sospechar que su organismo ya estaba dando muestras de un gran deterioro y que el tiempo jugaba en su contra.

Pasaron los meses con muchos altibajos y en Mayo le dieron unos dolores fuertes y la volvimos a ingresar: la diagnosticaron de pancreatitis y piedras en la vesícula. Estuvo 20 días ingresada con carácter grave, pero al no poderla operar a causa de la edad y el deterioro físico que ya tenía, salió delgadísima y con nuestra seguridad de que volvería a recaer.

A todo esto, ella no sabía que le había dado el ictus ni la pancreatitis, aunque como tonta no era, se imaginaba que tenía algo malo.

Nosotros no queríamos que se metiera en sí pensando en esas enfermedades, así que le dijimos que lo primero fue que se cayó de la cama durmiendo y que se había dado un mal golpe y que los dolores del páncreas eran por las piedras que ella ya sabia que tenía.

Pero como empezó a recuperarse, pensamos que todavía viviría mucho más tiempo, no esperábamos que en tan pocos días se pusiera tan mal.

El 20 de julio, la recogimos para traerla al campo por un mes. Había pasado el día muy nerviosa, comprobando su ropa y todo lo necesario para esa temporada. Estaba deseando venirse.

¡Quien me iba a decir que a los 3 días se pusiera tan mal…..!

La ingresé el lunes 23 de julio. Ya la primera noche que estuvo ingresada nos avisaron que estaba muy mal porque no admitía bien la transfusión; eso lo superó, pero empezaron a fallarle los riñones, el páncreas se le agravó, le faltaba oxígeno, cada día algo nuevo, todo fallaba.

Aún recuerdo en sus últimos días, cuando le ajustaba las mascarilla del oxígeno y ella se ponía bien el pelo, el poquito pelo que le quedaba porque desde hacia algunos meses se le caía bastante.

Después dejó de interesarle todo, el pelo el entorno... yo creo que independientemente de los calmantes y sedantes, la mente se inhibe y puede que ya estuviera como en otro mundo más feliz, o al menos es lo que quiero creer.

Solo duró una semana así y doy gracias a Dios que no permitió que siguiera sufriendo, ella y los que la veíamos en tan lamentable estado.

Acepté su pérdida como lo mejor, ella lo quería, ya estaba muy cansada. Decía a menudo que donde mejor debería estar era en su cajita, tranquila y con mi padre. Era su mayor deseo, pero cada día que pasa la extraño más.

Como le decía a unas amigas, esto es como un gran golpe que en caliente sientes dolor, pero cuando se enfría duele cada vez más.

Cuando entro en la habitación que ocupaba aquí, parece que la veo sentada en su sillón. La añoro en lo que aún me queda de cositas que le compré, en lo que no se pudo comer del huerto porque aún no había nacido, me sorprendo pensando en lo que le voy a enseñar, o en descolgar el teléfono para preguntar como está… ¡en tantas cosas...!

Su recuerdo lo llevaré siempre conmigo, pero mi vida tiene que seguir con normalidad, de hecho, sigue más o menos, pero me impuse hacerle este escrito y a partir de él comenzar a liberarme y seguir con total normalidad, ella lo hubiera querido.

Sus hijos eran lo primero para ella, quería vernos contentos y al menos murió sin el dolor de perder a ninguno.

De entre todos los recuerdos de sus últimos días, me quedo con dos del día de su entierro: verla en el tanatorio toda rodeada de flores, parecía dormir plácidamente. Y el más impactante y que no presencié. Fue mi marido quien me lo contó. Me quedo con él y aunque solo está en mi imaginación, lo veo con los ojos del alma: mi hijo, en el cementerio al abrir la caja para meter los restos de mi padre, le dio un beso y le puso un clavel entre las manos. Seguro que ella lo tomó feliz, pues las flores era lo que mas le gustaba.

Que descase en paz

Chary Serrano cocinando
Sobre mí

Mi afición por la gastronomía me llevó a crear este blog en 2006. Incluye recetas de todo tipo con fotos paso a paso y vídeos explicativos. Trucos de cocina, Tablas de calorías, índices glucémicos. Mi cocina es sencilla, bien presentada y bien explicada.

Reportajes de Restaurantes, Eventos, Ferias y Congresos, donde participo y viajes gastronómicos. Fotos de Córdoba, mi ciudad y algunas manualidades.